La visión de Washington: No es que veamos luz al final del túnel. Argentina parece estar fuera del túnel/ The vision from Washington: It is not that we see light at the end of the tunnel. Argentina seems to be out of the tunnel

La visión de Washington: No es que veamos luz al final del túnel. Argentina parece estar fuera del túnel/ The vision from Washington: It is not that we see light at the end of the tunnel. Argentina seems to be out of the tunnel

La visión de Washington: No es que veamos luz al final del túnel. Argentina parece estar fuera del túnel/ The vision from Washington: It is not that we see light at the end of the tunnel. Argentina seems to be out of the tunnel

Claudio M. Loser

Centennial Group Latin America                                                                                           Marzo de 2016

La pesadilla externa parece haber acabado para Argentina. Los precios de las materias primas siguen cayendo, y la demanda externa está débil y sujeta a considerables dudas. Sin embargo, la apertura del otro lado de la tenaza externa, la cuenta financiera, se abrió, y el gobierno argentino ha encontrado gran apoyo por parte de los distintos miembros de la comunidad financiera internacional, oficial y privada por igual. Esta semana, el gobierno argentino ha acordado en principio con la mayoría de los “holdouts” un acuerdo que incluye dinero en efectivo y bonos y no afectará directamente a las reservas internacionales. Una vez que el Congreso Argentino apruebe la modificación de las leyes cerrojo, el acuerdo puede convertirse en realidad. Luego, se levantará la medida cautelar sobre pagos de la deuda por el juez Griesa, y los mercados financieros comenzarán a mirar a Argentina con interés renovado y en substancia. Claramente, esto no será automático, y los acuerdos de deuda y las políticas nacionales tendrán que ser revisados cuidadosamente.

El acuerdo en principio con los “holdouts” es visto por muchos en la Argentina como una derrota frente a las presiones externas, por la que se pagará un precio demasiado alto y aumentará la deuda del sector público, después de años de reducción de la deuda como política nacional. Los méritos de ambos argumentos son débiles.

Con respecto a una derrota, Argentina aceptó las leyes de los Estados Unidos.  En respuesta a los méritos del caso, la calidad de su defensa y el enfoque generalmente conflictivo de las autoridades, Argentina perdió en cada instancia judicial, tanto al nivel estatal como el federal; fue excluidos de la mayoría de los mercados capital, excepto China; y fue rechazadas por los principales actores en la economía mundial.No fue el caso que las tasas de interés aumentaron para Argentina en los mercados internacionales de capital: no hubo acceso, y al mismo tiempo las salidas de capitales del país fueron masivas – por lo menos US$ 150 billones durante la era Kirchner.

Las recientes negociaciones estuvieron llenas de fuegos artificiales, pero un enfoque razonable de los argentinos y una corte generalmente comprensiva, condujo a los “holdouts” a aceptar un acuerdo, aun cuando no habían alcanzado la totalidad de la indemnización que reclamaran. Ambas partes están descontentas, un signo de buena negociación. Lo importante es la buena fe y la velocidad del acuerdo. Después de muchos años de agrias disputas, esto puede sólo ser calificado de sorprendente.

Por último, está es el mito del anterior desendeudamiento. Durante el período hasta 2010, la deuda oficial declinó fuertemente como proporción del PIB, tanto por los recortes unilaterales las unilaterales durante el período y una apreciación de la moneda. Sin embargo, desde entonces la proporción de la deuda pública al PIB ha aumentado algo más del 50 por ciento, contrariamente a la afirmación oficial, aun excluyendo la deuda en disputa. Si las deudas de los “holdouts” se incluyen, como debería ser, la deuda medida habría sido ligeramente superior en el año 2015, y el acuerdo actual no la aumentaría. Más aún, la nueva deuda será contratada a tasas de interés relativamente bajas, y así el crecimiento de la deuda probablemente se desacelere en las nuevas condiciones. La relación deuda a PIB realmente podría disminuir, si las políticas internas se llevan a cabo como debieran. Pero esa es otra historia.

El autor es Presidente de Centennial Group Latin America; Senior Fellow en el Dialogo Interamericano; y sirvió como Director del Depto. del Hemisferio Occidental del FMI desde 1994 a 2002.  Es oriundo de Argentina. Las opiniones presentadas son su responsabilidad, y de ninguna manera es su intención que ellas representen el punto de vista de las instituciones a las que está asociado

The vision from Washington: It is not that we see light at the end of the tunnel. Argentina seems to be out of the tunnel

Claudio M. Loser

Centennial Group Latin America.                                                                           March 2016

The external nightmare seems to be finishing for Argentina. Commodity prices are continuing   to fall, and external demand is weak, and subject to considerable doubts. However, the opening of the other side of the external clamp, the financial account, has opened, and the Argentine government has found enormous support on the part of the various members of the international financial community, official and private alike. This week, the Argentine government has agreed in principle with most holdouts on a deal which includes both cash and bonds, and will not directly affect the international reserves. Once the Argentine Congress approves the modification of the lock laws (leyes cerrojo), the agreement can come to fruition. Then, the injunction on debt payments will be lifted by Judge Griesa, and the financial markets will start looking into Argentina with renewed and substantive interest. Clearly, it will not be automatic, and domestic policies and debt agreements will need to be reviewed carefully.

The agreement in principle with the holdouts is seen by many in Argentina as a cave-in to external pressures, paying too high a price, and increasing the public sector debt of Argentina, after years of reducing the debt, as a national policy.  The merits of both arguments are at best weak.

Regarding a cave-in, Argentina accepted the laws of the United States. In response to the merits of the case, the quality of its defense, and the generally conflictive approach of the authorities, Argentina lost at every judicial instance, both at the state and the federal level; was excluded from most capital markets, except for China; and was shunned by major players in the world economy. It was not the case that interest rates increased for Argentina in international capital markets: there was no access, and at the same time the capital outflows from the country were massive- at least US$150-200 billion during the Kirchner era.

The recent negotiations themselves were full of fireworks, but a fairly focused approach by the Argentines, and a generally sympathetic court led to the holdouts to accept a deal, even as they had not reached the full amount of compensation they claimed. Both parts are reasonably unhappy, a sign of good negotiating outcome. But what is important is the good faith and the speed of the negotiations. After so many years of acrimonious disputes, this can only be qualified as amazing.

Finally, there is the myth of the previous dis-indebtedness. During the period through 2010, official debt declined sharply as a proportion of GDP, both on account of the unilateral mandated “haircuts” made during the period, and an appreciating currency. However, since then the ratio of public debt to GDP has increased by somewhat more than 50 percent, contrary to the official claim, even excluding the debt in dispute. If the debts of the holdouts are included, as they should, measured debt would have been slightly higher in 2015, and the current agreement would not increase it. More importantly, the new debt will be contracted at relatively low interest rates, and thus the growth of debt is likely to decelerate under the new conditions. The ratio of debt to GDP could actually decline, if domestic policies are carried out as they should.  But that is another story.

The author of this note is President of the Centennial Group Latin America; a Senior Fellow at the Inter-American Dialogue; and served as IMF Western Hemisphere Director from 1994 to 2002. He is Argentine.  The opinions presented here are his own, and are not intended in any way to represent the views of the organizations with which he is associated